Con la construcción del jardín
junto al Centro de Interpretación de Sabayés se completa la última fase del
Espacio Salto de Roldan. Desarrollado en 4 etapas, este proyecto ha sido un
ejemplo de gestión cabal, adaptando en todo momento los trabajos y los
presupuestos a las posibilidades de inversión del municipio de Nueno.
Tras el edificio del centro, la
urbanización de sus accesos y el desarrollo de los contenidos, esta
intervención termina de colonizar la parcela del proyecto extendiéndose como
una gran mano abierta al paisaje. El jardín,
que agrupa los ámbitos representativos de los diferentes ecosistemas de la
zona, presenta un recorrido palmiforme, trazado por a un murete que se pliega
sobre sí mismo, y en cuyo centro se forma una pequeña plaza a modo de espacio
recibidor, que permite al visitante contemplar la totalidad del jardín antes de
comenzar a transitarlo.
Al igual que el edificio del
centro, el murete está gunitado con hormigón tintado y rematado con chapa
corten, dando así una visión uniforme al Centro de Interpretación en su
conjunto.
En la actualidad, la vegetación
está recién plantada, así que todavía tardaremos un tiempo en poder reconocer
los distintos ecosistemas del entorno pero, entre tanto, la geometría del
muro-guía plegado dibuja ya un recorrido intenso y bien atado al territorio
sobre el que se asienta.
El jardín reúne las especies
vegetales más representativas del pie de sierra, ya sean comunes o específicas
de la zona, entendidas como herramientas para conocer el territorio. De esta
forma, el visitante adquiere unos conocimientos básicos sobre las plantas más
usuales del entorno, que podrá posteriormente reconocer en todo el pasiaje
circundante de la hoya de Huesca.
Las especies están agrupadas en
siete zonas, que responden a distintos hábitats, y están ordenadas de manera
que representan la evolución que experimenta la propia vegetación, desde su
aparición tras el abandono de un campo o después de una perturbación (por
ejemplo, un incendio), hasta la consolidación del bosque-clímax, que en nuestro
caso es el carrascal o encinar.
Las siete zonas se distribuyen a
lo largo de un recorrido continuo que discurre junto al parterre, elevado a su
vez unos 60 cmts sobre el camino, facilitando así una percepción sensorial
completa por parte del visitante quien, de este modo, puede observar, tocar y
oler las plantas, en su mayoría de reducido tamaño, con mayor comodidad. Esto
es especialmente importante en el caso de ancianos y personas de movilidad
reducida.
Del mismo modo, el recorrido está
marcado por una acera que garantiza la accesibilidad y comodidad de la visita,
y cuenta con luminarias empotradas, situadas en puntos estratégicos, que al
caer la tarde señalan el recorrido e iluminan sutilmente, desde la propia
arquitectura, el espacio central.
Cada especie vegetal contará con
una ficha de información rápida, que estará también escrita en braille, en la
que se especificará, por medio de criptogramas, el nombre común y sus
características específicas más importantes.
El jardín, en definitiva, va mas allá
en la voluntad de integración del proyecto del Espacio Salto de Roldan a través
del uso del territorio como materia prima; por un lado, moldeándolo directamente
con su geometría palmiforme y, por otro, haciendo de la evolución natural de la
vegetación el centro de su discurso expositivo.